martes, 1 de septiembre de 2015

MIGUEL ÁNXO FERNÁN-VELLO

  


I - Ese amor transparente que llevamos en los ojos...



Ese amor transparente que llevamos en los ojos
con tal silencio puro de flor intensa y clara
y con esa dulzura vegetal que se sueña
en el interior del silencio, inspiraciones continuas
de lugares y ángulos con ternura y con carne
de poro perfumado, cuerpos de libre paso
por el jardín de las albas añadidas al mundo,
perspectivas de estrellas levitadas y absortas
en miradas brillantes de visibles resplandores,
miembros de adolescencia sensitiva que estallan
lentamente en ideas de anhelos prolongados
hasta un gozo inflamado de sangre en nuestra sangre,
elementos tan íntimos del corazón que habla
en sílabas blandísimas de emoción que estremece
el tiempo que se vive de amor grande y florido,

ese amor transparente que llevamos en los ojos
con permanencia suave de viento y luz y sueño
de presencias doradas, cabellos ondulados,
crepúsculos de seda sobre hombros perfectos
de redondez desnuda, elegancia delgada
para esas criaturas de paso suave y fino,
frentes de íntima luna, deseos como labios

para beber de un cáliz con apurado deleite,
brazos de un universo de música armoniosa
para abrazar espacios de azul intimidad,
dedos interminables de caricias profundas
sobre una piel amada con siglos de luces,
figuras absolutas en cuerpos pensativos
en el territorio inmenso para la feliz blancura
avivada en músculo amante y solidario
del verso que se estrecha para el amor y la vida,

ese amor transparente que llevamos en los ojos
desde el comienzo mismo de la visión que ilumina
existencias hermosas, maravillas constantes,
sensaciones que se anuncian como tibios destellos
cuando es lúcida la carne en los cuerpos liberados
por la pasión abierta dentro del espíritu.


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