martes, 13 de octubre de 2015

EUNICE ODIO

  


Poema tercero  (Consumación)



Tus brazos
como blancos animales nocturnos
afluyen donde mi alma suavemente golpea.

A mi lado,
como un piano de plata profunda
parpadea tu voz,
sencilla como el mar cuando está solo
y organiza naufragios de peces y de vino
para la próxima estación del agua.

Luego,
mi amor bajo tu voz resbala,

Mi sexo como el mundo
diluvia y tiene pájaros,

Y me estallan al pecho palomas y desnudos.

Y ya dentro de ti
yo no puedo encontrarme,
cayendo en el camino de mi cuerpo,

Con sumergida y tierna
vocación de espesura,

Con derrumbado aliento
y forma última.

Tú me conduces a mi cuerpo,
y llego,
extiendo el vientre
y su humedad vastísima,
donde crecen benignos pesebres y azucenas
y un animal pequeño,
doliente y transitivo.

II

Ah,
si yo siquiera te encontrara un día
plácidamente al borde de mi muerte,
soliviantando con tu amor mi oído
y no retoñe...

Si yo siquiera te encontrara un día
al borde de esta falda
tan cerca de morir, y tan celeste
que me queda de pronto con la tarde.

Ah,
Camarada,

Cómo te amo a veces
por tu nombre de hombre

Y por mi cuello en que reposa tu alma.


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