Quédate
Oigo
sordo fragor de cristalera
en el
fondo nocturno de tu ausencia,como si el alma, ciega en su inocencia,
diera un traspiés mortal en la escalera.
Hoy
tus brazos no son la enredadera
trenzadora
de firme dependencia;son otoño grisáceo que silencia
lo que bullicio fue de primavera.
Nubes
rotas, estrellas apagadas,
y un
dolor, asesino a dentelladas,interponiendo angustia entre los dos.
Tú,
que fuiste requiebro en mis auroras,
tú,
que tal vez si lloro, también lloras,quédate en mí, no digas aún adios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario