Paisaje
visto desde el saxo de John Coltrane
Los
monjes del alcohol pasan el día en las calles y al anochecer regresan a sus
monasterios de cartones rasgados.
Ya
no buscan el retiro para ser anacoretas; toda la urbe es lugar solitario,
porque los paseantes y conductores de automóviles circulan a una velocidad de
viento repentino.
Los
monjes se saludan levantando su muerte embotellada.
Se
acercan algunos fieles que les sirven cucharadas del cuerpo de un dios diluido
en humeante sopa industrial.
De: ”Los hombres intermitentes”
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