Asisitida por mi alma antigua, por mi alma primera al fin recobrada, y por
tanto tiempo perdida. Ella, la perdidiza, al fin volvió por mí. Yentonces
comprendí que ella había sido la enamorada. Y yo había pasado por la vida tan
sólo de paso, lejana de mí misma .Y de ella venían las palabras sin dueño que
todos bebían sin dejarme apenas nada a cambio. Yo era la voz de esa antigua
alma. Y ella, a medida que consumaba su amor, allá, donde yo no podía verla; me
iba iniciando a través del dolor del abandono. Por eso nadie podía amarme
mientras yo iba sabiendo del amor. Y yo misma tampoco amaba. Sólo una noche
hasta el alba. Y allí quedé esperando. Me despertaba con la aurora, si es que
había dormido. Y creía que ya había llegado, yo, ella, él... Salía el Sol y el
día caía como una condena sobre mí. No, no todavía.
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