viernes, 5 de marzo de 2021

MAROSA DI GIORGIO

 

 


Yendo por aquel campo, aparecían, de pronto...




Yendo por aquel campo, aparecían, de pronto, esas extrañas
cosas. Las llamaban por allí, virtudes o espíritus. Pero, en
verdad eran la producción de seres tristes, casi inmóviles,
                          que nunca se salían de su lugar.
Estancias al parecer, del otro mundo, y casi eternas,
porque el viento y la lluvia las lavaban y abrillantaban, cada
vez más. Era de ver aquellas nieves, aquellas cremas,
aquellos hongos purísimos... Esos rocíos, esos huevos,
                           esos espejos.
Escultura, o pintura, o escritura, nunca vista, pero, fácilmente
                           descifrable.
Al entreleerla, venía todo el ayer, y se hacía evidente
                           el porvenir.
Los poetas mayores están allá, donde yo digo.


De: "Clavel y tenebrario"

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