Canto
de virgen
Abuela,
no
soy digna de que entres a mi casa;
pero
una palabra tuya
bastará
para sanarme
Estos
barrotes de sangre y piel,
hoy
son más escuetos que nunca.
He
barrido todos los rincones de mi cuerpo,
para
desempolvar tu rostro.
Te
oro, abuela,
a ti
que por cada óvulo fecundado
se
te cuarteaban los dientes.
Te
pido, que por la espuma de este río,
no
mengües tu mano
y
toques mi frente.
Dame
un poco
de
sangre limpia
para
tejer un nido
donde
las ratas
no
se atrevan
a
nacer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario