7.
El río traía a veces zapatos de mujeres...
El
río traía a veces zapatos de mujeres entre las hojas tiernas
y los troncos muertos.
y los troncos muertos.
Pero
nosotros cruzábamos los puentes con canciones y pañuelos de azafrán.
Y,
en el verano, colgábamos pendientes de cerezas en las orejas de la amada.
Más
allá, en su memoria, los ciervos se incendiaban como flechas de sangre:
veloces
en sus ojos azules y lejanos; rojos en sus cabellos heridos por la bruma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario