jueves, 21 de noviembre de 2013

VIRGILIO PIÑERA




Naturalmente en 1930


Como un pájaro ciego
que vuela en la luminosidad de la imagen
mecido por la noche del poeta,
una cualquiera entre tantas insondables,
vi a Casal
arañar un cuerpo liso, bruñido.
Arañándolo con tal vehemencia
que sus uñas se romían,
y a mi pregunta ansiosa respondió
que adentro estaba el poema.



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