miércoles, 19 de febrero de 2014

ANA MARÍA MOIX



Un hombre triste su barco...

  
Un hombre triste su barco: Alegre, ése fue Jim. Dulce conmigo, mas no risueño; qué corazón.

Jim en el parque, y sin sombrero. Ay dios, qué miedo si es un matón. Ay dios qué pena, si un día parte como llegó.

Tiene los ojos rojos y on the sea mira como un traidor. ¿Serás payaso?, dije, y sobre el césped se revolcó. Y eso que no soy niña que con desconocidos antes hablara yo.

Cortaste lirios en las praderas y a Johnny mataste en Nueva York. Fue por amor: bailaba en Broadway Nancy Flor.

Ah, Dulce Jim qué consuelo cuando los adolescentes se enamoran y de esquina en esquina les nace en el pecho un corazón.

Dulce Jim vendrá mañana
y nos trae la ilusión.

Un amor tiene cualquiera
pero Dulce Jim, no.

Una ilusión es la quimera de su roto corazón: que, con la primavera a puerto su barco arribará y, en los parques de las ciudades, historias a las muchachas cantará: la del príncipe y la chica fea, la flor de Nancy, la habanera, y Johnny el Prometedor.

Un amor tiene cualquiera
mas Dulce Jim, jamás.

¿Si muere Jim, llorarás tú? Va preguntando a las mujeres, arrabaleras, niñeras, quinceañeras.

Parte su barco, rojo por dentro, antes de oír el sí o el no. Ya las respuestas no Je interesan. Ya nunca baila en Broadway Nancy Flor.

Es Dulce Jim un alma en pena,
mi gran amor,
es un farsante,
un caminante,
un peripuesto hablador,
un traficante de corazones,
un triste amante de Nancy Flor.

Y tiene un perro que ladra fuerte cuando regresa de madrugada al barco que fue de Johnny y de su amor.




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