miércoles, 26 de febrero de 2014

VICENTE MOLINA FOIX



Marcel Proust

  
Buscando, buscando, halló, en efecto,
acurrucado entre los pliegues calientes de la sábana,
a su sexo de por las mañanas, el pequeño y burlón,
que le enviaba gestos como queriendo continuar su reposo.


Proust, sin embargo, se mostró aquella mañana inflexible
y se lo calzó (ayudándose de un cucharón de palo y del manípulo de cinc),
y ajustábase después los faldones de la redingote
pronunciando con decisión el apellido del chofer,
“Fontainebleau” .

No hay comentarios:

Publicar un comentario