sábado, 22 de marzo de 2014

EMILIO PRADOS




Tan blanca



Tan blanca, sin figura,
ya tu mano levanta
la esquina de mi sueño...
¿Por dónde va tu carne?
¡Qué huida!:
Monte, luz, aire...
Mas tu mano en mi sueño:
¡qué rama baja el cielo!...
Este brazo tan largo
me va a unir con tu alma.

¡Qué alamedas de sangre
para entrar en tu cuerpo!
Tus dedos -¡qué raíces!-,
me clavan, me desclavan
-¡qué alegría!-; me llevan,
me desencarnan vivo,
me meten por tus venas,
me arrastran, suben, suben
por dentro de ti -fuera-:
sangre, monte, luz, aire...
¡Qué alegría! ¡Qué huida
arriba, arriba, arriba...

-¿Adónde?-
Adónde vuelas,
arriba adónde escapas;
por dónde va tu carne
sin vista ya y sin tacto;
sin calor, viva, pura,
eternidad latiendo
cielo ya toda y árbol.



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