miércoles, 2 de abril de 2014

FEDERICO BERMÚDEZ Y ORTEGA


 

Paisaje

 

Es hora del profundo silencio de las cosas.
Ya todo, aletargado, parece que dormita
bajo el halago de una pesadumbre infinita
que hace las horas tristes, y lentas y tediosas.

 
Discreto, el sol occiduo dibuja y prende rosas
de púrpura en las nubes; un aura leve agita
las frondas en silencio y apenas precipita
del viejo mar en calma las ondas rumorosas.
 

La tarde, flor de ensueño, doblega el áureo broche
y tiembla a la primera caricia de la noche
que esparce desde oriente su inmensa cauda bruna.

 
Mientras como un heraldo divino de esperanza
asoma, tras la noche ilumínica que avanza,
su rostro de oro pálido y magnifico: la Luna 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario