sábado, 13 de septiembre de 2014

SALVADOR DÍAZ MIRON

 
 
A ella
 
Semejas esculpida en el más fino
hielo de cumbre sonrojado al beso
del sol, y tienes ánimo travieso,
y eres embriagadora como el vino.
Y mientras: no imitaste al peregrino
que cruza un monte de penoso acceso,
y párase a escuchar con embeleso
un pájaro que canta en el camino.
Obrando tú como rapaz avieso,
correspondiste con la trampa del trino,
por ver mi pluma y torturarme preso.
No así al viandante que se vuelve a un pino
y párase a escuchar con embeleso
un pájaro que canta en el camino.
 
 

 

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