Calló
por fin el mar, y así fue el caso:
En un largo suspiro violeta,
se extenuaba de amor la tarde quieta
con la ducal decrepitud del raso.
En un largo suspiro violeta,
se extenuaba de amor la tarde quieta
con la ducal decrepitud del raso.
Dios
callaba también; una secreta
inquietud expresábase en tu paso;
la palidez dorada del Ocaso
recogía tu lánguida silueta.
inquietud expresábase en tu paso;
la palidez dorada del Ocaso
recogía tu lánguida silueta.
El
campo en cuyo trebolar maduro
la siembra palpitó como una esposa,
contemplaba con éxtasis impuro
la siembra palpitó como una esposa,
contemplaba con éxtasis impuro
tu
media negra; y una silenciosa
golondrina rayaba el cielo rosa,
como un pequeño pensamiento oscuro.
golondrina rayaba el cielo rosa,
como un pequeño pensamiento oscuro.
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