sábado, 17 de diciembre de 2016

RAUL ORLANDO ARTOLA




El eco del espejo



Como el preso que barrena
el fondo de su celda
y no halla nada
no hace el túnel no ve luz
se cansa solamente
y ni una mano vieja
encuentra en la tarea.

Como el minero con su pico
que abre paso en roca viva
por metal o piedras o carbones
sin descanso ni agua ni alimento
hasta que baja el sol
y se fatiga.

Como el hombre vencido
por algunas cuestiones con la vida
que rema una chalupa
en el desierto
y no hay brazos que alcancen
para mover esa madera
seca y clavada
en el sueño del agua.

Como el niño que besa el vidrio
del espejo y cree que besa
a un niño que se le parece
demasiado para ser real
y siente que el frío
de tan pulida superficie
es peligroso como el hielo.

Cae y golpea la nuca
en una silla y no hay nadie
y el grito que sale de su boca
no se oye no es un grito
es el espejo que repite
el beso como un eco
de los remos en la arena
como el pico del minero o del preso
que retumba en la nada
de la inmensa soledad.
  




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