sábado, 3 de enero de 2015

LUIS DE GONGORA



A cierta dama que se dejaba vencer antes
del interés que del gusto

 

Mientras Corinto, en lágrimas deshecho,
la sangre de su pecho vierte en vano,
vende Lice a un decrépito indïano
por cien escudos la mitad del lecho.

¿Quién, pues, se maravilla deste hecho,
sabiendo que halla ya paso más llano,
la bolsa abierta, el rico pelicano,
que el pelícano pobre, abierto el pecho?

Interés, ojos de oro como gato,
y gato de doblones, no Amor ciego,
que leña y plumas gasta, cien arpones

le flechó de la aljaba de un talego.
¿Qué Tremecén no desmantela un trato,
arrimándole al trato cien cañones?

 

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