viernes, 21 de agosto de 2015

JOSÉ MARÍA EGUREN








En la casa de las bagatelas,
Vi un mágico verde de rostro cenceño,
Y las cincidelas
Vistosas le cubren la barba de sueño.
Dos infantes oblongos deliran
Y al cielo levantan sus rápidas manos,
Y dos rubias gigantes suspiran,
Y el coro preludian cretinos ancianos.
Que es la hora de la maravilla;
La música rompe de canes y leones
Y bajo chinesca pantalla amarilla
Se tuercen guineos con sus acordeones.
Y al compás de los címbalos suaves,
Del hijo del Rino comienzan las bodas;
Con sus basquiñas enormes y graves
Preséntase mustias las primeras beodas.
Y margraves de añeja Germania,
Y el rútilo extraño de blonda melena,
Y llega con flores azules de insania
La bárbara y dulce princesa de Viena.
Y al dulzor de las virgíneas camelias
Van pos del cortejo la banda macrobia,
Y rígidas, fuertes, las tías Amelias;
Y luego cojeando, cojeando la novia.


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