domingo, 3 de mayo de 2015

LUIS G. URBINA


  

La herida

 

¿Qué si me duele? Un poco; te confieso
que me heriste a traición; mas por fortuna,
tras el rapto de ira vino una
dulce resignación.... Pasó el exceso.

¿Sufrir? ¿Llorar? ¿Morir? ¿Quién piensa en eso?
El amor es un huésped que importuna;
mírame como estoy, ya sin ninguna
tristeza que decirte. Dame un beso.

Así, muy bien; perdóname, fui un loco;
tú me curaste  –gracias-,  y ya puedo
saber lo que imagino y lo que toco.

En la herida que hiciste, pon el dedo.
¿Qué si me duele? Sí; me duele un poco,
mas no mata el dolor.... No tengas miedo.

 

 

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