Duerme
tranquilo
Dijiste
la palabra que enamora
a
mis oídos. Ya olvidaste. Bueno.
Duerme
tranquilo. Debe estar sereno
y
hermoso el rostro tuyo a toda hora.
Cuando
encanta la boca seductora
debe
ser fresca, su decir ameno;
para
tu oficio de amador no es bueno
el
rostro ardido del que mucho llora.
Te
reclaman destinos más gloriosos
que
el de llevar, entre los negros pozos
de
las ojeras, la mirada en duelo.
¡Cubre
de bellas víctimas el suelo!
Más
daño al mundo hizo la espada fatua
de
algún bárbaro rey y tiene estatua.
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