Qué
sabes tú...
¿Qué
sabes tú, qué sabes tú apartada
injustamente
en tu cruel pureza;
tú
sin vicio, sin culpa, sin bajeza,
y
sólo yo lascivo y sin coartada?
Rompe
ya esa inocencia enmascarada,
no
dejes que en mí solo el mal escueza;
que
responda a la vez de mi flaqueza
y
de que tú seas hembra y encarnada;
que
tengas tetas para ser mordidas,
lengua
que dar y nalgas para asidas
y
un sexo que violar entre las piernas.
No
hay más minas del Bien que las cavernas
del
Mal profundas; y comprende, amada,
que
o te acuestas conmigo o no eres nada.
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