Al
rendirse tu intacta adolescencia,
emergió, con ingenuo desaliño,
tu delicado cuello, del corpiño
anchamente floreado. En la opulencia,
emergió, con ingenuo desaliño,
tu delicado cuello, del corpiño
anchamente floreado. En la opulencia,
del
salón solitario, mi cariño
te brindaba su equívoca indulgencia
sintiendo muy cercana la presencia
del duende familiar, rosa y armiño.
te brindaba su equívoca indulgencia
sintiendo muy cercana la presencia
del duende familiar, rosa y armiño.
Como
una cinta de cambiante falla,
tendía su color sobre la playa
la tarde. Disolvía tus sonrojos,
tendía su color sobre la playa
la tarde. Disolvía tus sonrojos,
en
insidiosas mieles mi sofisma,
y desde el cielo fraternal, la misma
estrella se miraba en nuestros ojos.
y desde el cielo fraternal, la misma
estrella se miraba en nuestros ojos.
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