domingo, 12 de octubre de 2014

FRANKLIN MIESES BURGOS



Canción de la niña que iba sola

 


Sonó lenta y sin alarde
la ronca voz de una torre.

Por el camino sin nadie
venía un perfume de cobre;
por el camino sin nadie
de la tarde.

- ¡Oh, linda, te lo diré
ahora que estamos solos;
un redondo mar sin peces
son tus ojos!

-La tarde borda jacintos
de tafetán sobre el cielo.

-¡Si quieres uno, yo puedo
sobre tus trenzas ponerlo!

-No, déjame sin jacintos
lucir así mis cabellos.

-¿Flotando sueltos al viento
como las alas de un cuervo?

-O de un retazo de noche
caído desde los cielos.

-¡Oh, linda, linda, no puedo
con la sombra de tu pelo!

Suena lenta y sin alarde
la ronca voz de una tarde.

Por el camino sin nadie
vino un perfume salobre;
por el camino sin nadie
de la tarde.

 

 

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