La naturaleza de los sueños
Al alba bebía la leche, minuciosamente, bajo la mirada vigilante de mi madre;
pero, luego, ella apartaba un poco,
volvía a hilar la miel, a bordar a bordar, y yo huía hacia la inmensa pradera,
verde y gris.
A lo lejos, pasaban las gacelas con sus caras de flor; parecían lirios con
pies, algodoneros con alas. Pero, yo sólo miraba
a las piedras, a los altos ídolos, que miraban a arriba, a un destino aciago.
Y, qué podía hacer; tenderme allí, que mi madre no viese, que me pasara, otra
vez, aquello horrible y raro.
De: "Los papeles salvajes"
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