jueves, 19 de enero de 2023

IDA GRAMCKO

 

 

 

Caracol, el hermano,

el mismo yo, mas caracol. Concisa
su forma sigue sin barniz ni estrago
para que el hombre sufra un alma rica,
un alma suya en el vellón y el gajo,
íntima, inmensa, siempre en sed y ahita.
Así construimos un lugar humano,
pero tan lleno de él como de brisa.
Inventamos
una pared de cal… ¡y tan distinta!
Un muro nuevo, ¿raro?
Sólo en su fresca soledad continua.
—¿Soledad, otra vez lo solitario,
otra vez la distancia? ¿Y la caricia?—
Cálmate, amor; lo nuestro es lo lejano,
toca el largo perfil, la piedra lisa
dice por voz de su vigor: yo te amo.
La forma singular es la infinita.
 
 
 

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