martes, 25 de marzo de 2014

MIGUEL DE UNAMUNO Y JUGO








Horas serenas del ocaso breve,
Cuando la mar se abraza con el cielo
Y se despiertas el inmortal anhelo
Que al fundirse la lumbre, la lumbre bebe.

Copos perdidos de encendida nieve,
Las estrellas se posan en el suelo
De la noche celeste, y su consuelo
Nos dan piadosas con su brillo leve.

Como en concha sutil perla perdida,
Lágrima de las olas gemebundas,
Entre el cielo y la mar sobrecogida

El alma cuaja luces moribundas
Y recoge en el lecho de su vida
El poso de sus penas más profundas.



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