miércoles, 21 de mayo de 2014

FRANCISCO DE ASÍS FERNÁNDEZ


 

 

Las almas son estrellas en el cielo...

 

 

Hace muchísimos años

los Dragones gobernaban la tierra.

Ahora sus almas son estrellas en el cielo.

Así hablarán mis hijos de mi cuando muera,

cuando me hayan convertido en una estrella

en el amasijo de su memoria,

cuando la oscuridad usurpe el lugar de la claridad

y vagos espectros emerjan de las tinieblas del recuerdo.

La muerte me acecha pero aguarda.

Viene como de un espejo espeso.

La siento como un ciego toca la vida con su piel

y todos los otros sentidos se magnifican.

Es una Diosa sola. Su soledad la fortalece.

¿Cuál es la virtud de su espíritu miserable

en el esplendor de la vida ?

El silencio es su música desdeñosa y arrogante.

Pronto tendré la mano seca de un viejo

y soñaré que la muerte es una alucinación,

que cada vez que regrese al sueño de la vida

tendré una mejor manera de encontrarla,

y que nervioso con la brutalidad obsesiva de la vida

ordenaré lo ordenado y desordenaré el desorden

del cuerpo espiritual de mi lascivia.

Pero mis hijos sabrán leer en la luz de las estrellas

que no supe gobernar mi corazón,

que escribí para los Ángeles

y terminé con el pecho destrozado.

 

Granada, 13 de Septiembre 2001

 

 

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