Las
almas son estrellas en el cielo...
Hace
muchísimos años
los
Dragones gobernaban la tierra.
Ahora
sus almas son estrellas en el cielo.
Así
hablarán mis hijos de mi cuando muera,
cuando
me hayan convertido en una estrella
en
el amasijo de su memoria,
cuando
la oscuridad usurpe el lugar de la claridad
y
vagos espectros emerjan de las tinieblas del recuerdo.
La
muerte me acecha pero aguarda.
Viene
como de un espejo espeso.
La
siento como un ciego toca la vida con su piel
y
todos los otros sentidos se magnifican.
Es
una Diosa sola. Su soledad la fortalece.
¿Cuál
es la virtud de su espíritu miserable
en
el esplendor de la vida ?
El
silencio es su música desdeñosa y arrogante.
Pronto
tendré la mano seca de un viejo
y
soñaré que la muerte es una alucinación,
que
cada vez que regrese al sueño de la vida
tendré
una mejor manera de encontrarla,
y
que nervioso con la brutalidad obsesiva de la vida
ordenaré
lo ordenado y desordenaré el desorden
del
cuerpo espiritual de mi lascivia.
Pero
mis hijos sabrán leer en la luz de las estrellas
que
no supe gobernar mi corazón,
que
escribí para los Ángeles
y
terminé con el pecho destrozado.
Granada, 13 de Septiembre 2001
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