lunes, 23 de junio de 2014

FERNANDO ORTEGA BENAVIDES


 
 

Paseos de infancia

 
 

La costa del bosque
termina donde perdimos el miedo
a la oscuridad
y al ruido de las ramas quebrarse

Fueron tantas caminatas
trazados cómplices
que la luna incandescente vertía
en diálogos, todavía prematuros

Los juegos a oscuras
ponían a prueba nuestra valentía de niños,
y de todas formas, nos mezclábamos
con la voz de los eucaliptos

Siempre supimos, de alguna manera
ajena a nuestra inocencia,
que toda esa amplitud centenaria
sobre nuestras cabezas
nos daría un conocimiento de las cosas,
un sustento para no dejar
...............................así tan fácil
la abertura hundida de la noche.

 

 

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