lunes, 7 de julio de 2014

LUIS PALÉS MATOS


 

El beso

  

El champagne de la tarde sedativa
Embriagó la montaña y el abismo,
De una sedosidad de misticismo,
Y de una opalescencia compasiva.

Hundiste el puñal zarco de tu altiva
Mirada en mis adentros, y el lirismo
Cundió mi alma de romanticismo:
Rodó la gema de la estrofa viva.

Entonces gimió el cisne de mi ansia,
Por el remanso lleno de arrogancia
De tus ojos nostálgicos y sabios;

Y la dorada abeja del deseo,
En su errante y sutil revoloteo
Buscó el clavel sangriento de tus labios.

 

 

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