El beso
El
champagne de la tarde sedativa
Embriagó la montaña y el abismo,
De una sedosidad de misticismo,
Y de una opalescencia compasiva.
Embriagó la montaña y el abismo,
De una sedosidad de misticismo,
Y de una opalescencia compasiva.
Hundiste
el puñal zarco de tu altiva
Mirada en mis adentros, y el lirismo
Cundió mi alma de romanticismo:
Rodó la gema de la estrofa viva.
Mirada en mis adentros, y el lirismo
Cundió mi alma de romanticismo:
Rodó la gema de la estrofa viva.
Entonces
gimió el cisne de mi ansia,
Por el remanso lleno de arrogancia
De tus ojos nostálgicos y sabios;
Por el remanso lleno de arrogancia
De tus ojos nostálgicos y sabios;
Y la
dorada abeja del deseo,
En su errante y sutil revoloteo
Buscó el clavel sangriento de tus labios.
En su errante y sutil revoloteo
Buscó el clavel sangriento de tus labios.
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