sábado, 3 de octubre de 2015

HOMERO ARIDJIS




Ayer y hoy



Tu paso, como una sombra,
era difícil de seguir,
y al perderte en una esquina
sólo quedaba en mí, como en la calle,
un vago sentimiento de vacío.


Tu cimbreo, tu cintura
me estremecían
y el jardín parecía tener más rosas
y el verano calor,
pues en mis labios de niño aún no había
la palabra que define al amor.


La edad nos separaba,
como a dos cuerpos,
no de tamaños distintos,
sino de espacios diferentes.


Y mis manos asiéndote,
mis brazos abarcándote,
no podían asirte,
no podían alcanzar tu cuerpo, tu mirada.


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