sábado, 1 de diciembre de 2018

CORAL BRACHO




  
De sus ojos ornados de arena vítrea



Desde la exhalación de esos peces de mármol,
desde la suavidad sedosa
de sus cantos,
de sus ojos ornados
de arenas vítreas,
la quietud de los templos

(en sus sombras de acanto, en las piedras
que tocan y reblandecen)

     han abierto sus lechos,
     han fundado sus cauces
     bajo las hojas tibias de los almendros.

Dicen del tacto
de sus destellos,
de los juegos tranquilos que deslizan al borde,
a la orilla lenta de los ocasos.

De sus labios de hielo.

Ojos de piedras finas.

De la espuman que arrojan, de la aroma que vierten

(En los atrios: las velas, los amarantos.)

sobre el ara levísima de las siembras.

    (Desde el templo:
    el perfume de las espigas,
    las escamas,
    los ciervos. Dicen de sus reflejos.)

En las noches, el mármol frágil de su silencio,
el preciado tatuaje,
los trazos limpios
    (han ahogado la luz
    a la orilla; en la arena)

sobre la imagen tersa,
sobre la ofrenda inmóvil
de las praderas.


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