Ay,
qué podré decirte, dulce amada,
joven virgen feliz que no conoces
en un cielo cerrado, suaves roces,
el peso del amor, noche entregada.
joven virgen feliz que no conoces
en un cielo cerrado, suaves roces,
el peso del amor, noche entregada.
Desde
este corazón, isla olvidada,
-oye del mar sus clamorosas voces-,
me elevaré hasta ti que desconoces
la flecha que en lo oscuro está clavada.
-oye del mar sus clamorosas voces-,
me elevaré hasta ti que desconoces
la flecha que en lo oscuro está clavada.
Los
cuerpos se revuelven tan certeros,
guiados del amor, como esos astros
que, arriba, sólo ven tus ojos puros.
guiados del amor, como esos astros
que, arriba, sólo ven tus ojos puros.
Órbita
de pasión y verdaderos,
resplandecientes e infalibles rastros.
Celestes nuestros cuerpos aunque oscuros.
resplandecientes e infalibles rastros.
Celestes nuestros cuerpos aunque oscuros.
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