En aquella fiesta había tantas luces
que eran perfectas las tinieblas.
Y él estaba ahora allí. Y no le molestaba que fuera precisamente él,
y que sus sentimientos le vinieran del vino, aunque sus pensamientos
vinieran de las uvas...
Hacia la mañana él la dejó y ella mira aún,
por el agujero de su vestido de fiesta,
el desnudo clavo del lunes...
Versión
de Clara Janés
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