Tú
Quién sino tú
pudo
arrancar
las
duras migajas
cotidiano
alimento del dolor,
desperdicios
de
bacanales ocultas,
profanos
semidioses
fagocitando,
siempre
fagocitando
ante
bocas demandantes
Vanos
clamores.
Quién sino tú
apaciguó
el hambre
con
exquisitos manjares,
sanó
purulentas llagas
con
la bendición sagrada
de
las palabras.
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