El
nombre
Clementina
soy,
Clementina era.
Otro
tiempo estuve
de temores llena:
mi nombre era largo
igual que una queja
y me hería el alma
si mis compañeras,
queriendo enojarme,
lanzaban sus flechas:
¡Qué
bonito nombre!
-decía una de ellas-,
mas no es para ti:
nombre es de princesa.
Y mi nombre a otra
causaba extrañeza.
Yo dentro sentía
la envidia despierta
con sus claros nombres
de María o Pepa.
Clementina
soy,
Clementina era.
Pero
un año huye
y otro nos gobierna.
El nombre que antes
tímida me hiciera
y volvióse luego
dulce cantinela
en desnudo labio
-yo lo digo- era
de pronto mi honor,
maravilla era.
Para mí no hay nombre
más bello en la tierra
como el que el amado
muy dulce dijera
y en hondos rincones
de mi alma entra,
sube a mi cerebro
mis párpados cierra.
Del
cielo de amor
caía una estrella
Ahora el nombre brilla
sobre mi cabeza.
Clementina
soy,
Clementina era.
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