miércoles, 28 de diciembre de 2022

JULIO FÉLIX ROYANO

 

 

 

Neanderthal

  

Muy bien, hablemos claro.
Alguien ha dicho
que las armas atómicas podrían
deshacernos a todos.
A todos; no a unos cuantos
y eso,
según parece, es malo.

Mucho más malo que antes
cuando morían esos cuantos
y los demás seguían a través de sus tumbas
bebiendo el hidromiel y procreando
y amparando a las viudas y violando a las hijas
de aquellos cuantos.
Y eso, según parece,
no era tan malo.

Pero ahora, con las armas
que nos hemos dados
ya no se puede controlar la destrucción
ni la dirección del estrago
y sin control, podría destruirse
lo que siempre fue salvado
–habrá que esperar que se erijan nuevas casamatas
para resguardarlo–

Es decir que nadie garantiza
que mueran sólo unos cuantos–.
…………
Señor, podríamos pactar con él
aunque no sea muy amigo de cumplir los pactos.
Podríamos mellar el filo de las armas
de nuestros aliados
y dejarle plantar algunas viñas
en nuestros campos.
Y fijarnos cómo fabrican sus tiendas y sus ropas
para imitarlos
–esto, seguro, los halagaría;
esto tiene que halagarlos–.

…………
Podríamos fumar la pipa de la paz
y consultar el oráculo
en el vientre del ave
para ir tirando

…………
Y arrastrarnos astuta y voluptuosamente
con pies y mano…

Pero el hombre de Neanderthal, señor, no nos querría.
Porque él era curioso, progresista y dramático.
Y salió al campo y lo comió una fiera.
Y subió a un monte y lo deshizo un rayo.

 

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