La ofrenda
Mi
amada es una tierra agradecida.
Jamás
se pierde lo que en ella se siembra.
Toda
fe puesta en ella fructifica.
Aun
la menor palabra en ella da su fruto.
Todo
en ella se cumple, todo llega al verano.
Cargada
está de dádivas, pródiga y en sazón.
En
sus labios la gracia se siente agradecida.
En
sus ojos, su pecho, sus actos, su silencio.
Le
he dado lo que es suyo, por eso me lo entrega.
Es
el altar, la diosa y el cuerpo de la ofrenda.
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