miércoles, 1 de enero de 2014

JUAN MANUEL MARCOS



Apuesto por la vida


No podrá persuadirme la muerte cotidiana.
Apartad de mi casa sus signos de ceniza, su aliento de

murciélago,
su cráter amarillo.
Ya sé que sus heraldos sombríos multiplican
en ventanas y sótanos, en mercados y sábados,
el olor implacable de sus esquinas húmedas.
Apuesto por la vida.

A pesar del espía que soborna silencios
y el sabueso de sangre, traición, infamia y lodo,
a pesar del comercio diario del saludo.
Apuesto por la vida, lo nuevo y lo posible,
la cíclica sonrisa de las uvas,
la silenciosa nostalgia fluvial del arroyito,
¡este sueño de arcilla!

Algunos secretos alfareros
están imaginando la silueta del día.
¿Por qué ha de estar
eternamente prohibida
la alegría?



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