lunes, 27 de abril de 2020

JULIO HERRERA Y REISSIG


  


La iglesia



En beato silencio el recinto vegeta.
Las vírgenes de cera duermen en su decoro
de terciopelo lívido y de esmalte incoloro;
y San Gabriel se hastía de soplar la trompeta...

Sedienta, abre su boca de mármol la pileta,
Una vieja estornuda desde el altar al coro...
Y una legión de átomos sube un camino de oro
aéreo, que una escala de Jacob interpreta.

Inicia sus labores el ama reverente.
Para saber si anda de buenas San Vicente
con tímidos arrobos repica la alcancía...

Acá y allá maniobra después con un plumero
mientras, por una puerta que da a la sacristía,
irrumpe la gloriosa turba del gallinero.


De: “Los éxtasis de la montaña”


No hay comentarios:

Publicar un comentario