Hotel de las centellas
La
mariposa filosófica
Se
posa en la estrella rosa
Y
forma así una ventana del infierno
El
hombre enmascarado está siempre de pie ante la mujer desnuda
Cuyos
cabellos resbalan lo mismo que de mañana la luz de un farol
que
han olvidado apagar
Los
sabios muebles preparan la pieza que hace juegos de manos
Con
sus rosetones
Sus
rayos de sol circulares
Sus
moliendas de vidrio
En
cuyo interior azulea un cielo con precisión
En
memoria del pecho inimitable
Ahora
la nube de un jardín pasa por encima de la cabeza del hombre
que
acaba de sentarse
Parte
por la mitad a la mujer de busto mágico y ojos de Parma
Es
la hora en que el oso boreal con gesto de gran inteligencia
Se
estira y da cuenta de un día
Al
otro lado la lluvia se encabrita sobre los bulevares de una gran ciudad
La
lluvia entre la niebla con regueros de sol sobre las flores rojas
La
lluvia y el diávolo de los viejos tiempos
Las
piernas bajo la nube frutal rodean el invernadero
Sólo
se percibe el pulso de una mano muy blanca representado
por
dos minúsculas alas
El
balancín de la ausencia oscila entre las cuatro paredes
Hendiendo
las cabezas
De
donde se escapan bandadas de reyes que en seguida se hacen la guerra
Hasta
que el eclipse oriental
Turquesa
en el fondo de las tazas
Descubre
el lecho equilateral de sábanas color de esas flores llamadas
bola
de nieve
Los
veladores deliciosos las cortinas rasgadas
Al
alcance de un librito con estas palabras estampadas
No
hay mañana
Cuyo
autor lleva un nombre extraño
En
la oscura señalización terrestre
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