miércoles, 20 de julio de 2022

WOLE SOYINKA

 

  

Dedicatoria 

para Moremi, 1963

 


La tierra no comparte la viga de la envidia; suelos de estiércol

Cortado, no la ligera piel de la salamandra, sino su caída

Sabor de este suelo a plomo y muerte en su vida profunda

 

Como este ñame, totalmente enterrado, aún vivo tubérculo

En la calidez de las aguas, enterrado como los manantiales

Como las raíces del baobab, como el corazón.

 

El aire no te lo negará. Como un alto

Girar sobre el ombligo de la tormenta, por el azadón,

Las raíces de los arados bosques son una vereda para las ardillas.

 

Ser eterno como la turba oscura, pero que sólo lluevan

Dedos, no los pies de los hombres, por más que estén lavados.

Largo ropaje de la sombra del sol, correr desnudo hacia la noche.

 

Pimiento verde y rojo – mi niño- su lengua arco

Su cola de escorpión, volver a escupir directamente las acechanzas del peligro

Aún, con el arrullo de la oscura paloma, zarcillo de rocío entre tus labios.

 

Escudo que te gusta la carne de la palma de la mano, hacia el cielo dirigida

Colmillos en nido de espinas, sin cáscara como el corazón de la semilla

La carne de la mujer es aceite – mi niño, aceite de palma en tu lengua

 

Flexibilidad para vivir, y el vino de esta calabaza

Desde su propia prisa corriendo arroyos como repuestos

Sus esfuerzos, mi niño, son el destete con que nos abrazan

 

Tierra de enmielada leche, el vino de la única costilla.

Ahora enrollo su lengua en miel hasta que sus mejillas son

Enjambres, panales -su mundo necesita dulcificarse-, mi niño.

 

Irosun, el árbol rojo, ronda el corazón, tiza para el vuelo

De la mancha -¿puedes verlo mi niño? ¡Ya amanece!-bajo el antimonio

De las axilas, como una diosa, nos deja este largo sabor

 

De sus labios, de sal, que tú puedes buscar

Nunca en las lágrimas. Esto, agua de lluvia, es el regalo

De los dioses-bebida de su pureza, frutos de estación.

 

Frutas luego a sus labios: apresurado por recompensar

La deuda del nacimiento. Pleamar en el hombre-marea como en el océano

Y su reflujo, dejando un sentido de fósiles arenas.

 

Versión de Mario Bojórquez.

 

 

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