Hablando
con Ofelia
Ofelia,
me conoces tanto como yo a ti.
Floto
muerto en la misma agua que tú flotas.
Junto
a nosotros, las sombras de la noche
se mueven veloces como la paleta de un
sepulturero.
También
yo fui devorado por la espera de un amor
imposible.
También
yo tuve que aprender a vivir con promesas
vacías que ni siquiera el tiempo mitigó.
En
la orilla, cerca de edificios tapiados del color de la
metadona,
la hierba está podrida por el influjo de la muerte.
Los pájaros ensucian los parques
con la música de los móviles del más allá.
Desde lo profundo de los extrarradios,
muy drogada, la niebla viene
de ver cómo se cuelgan los suicidas.
Finalmente
supiste que el mundo era un lugar extraño
para las almas dóciles, oíste la furia de la melancolía
crecer dentro de ti, abrasándote la carne como la bala
de un asesinato, haciéndote explotar las venas,
violenta y roja, como un acto terrorista.
Somos
pasto de leyes equívocas.
Somos
lo que han creado nuestras heridas y nuestra
tragedia.
Corriente
abajo, donde se refleja
el óxido del alumbrado público
y las sombras de las estaciones abandonadas, no van
nuestros cuerpos
sino nuestros sueños perdidos.
El
viento mueve ya las lápidas en las que estarán grabados
nuestros nombres que después el invierno sepultará.
Amamos
y fuimos traicionados por el amor.
Buscamos
y estamos solos con los restos de nosotros
mismos.
Intentamos
interpretar y acabamos poseídos por la
locura.
Las
cosas tienen la dimensión de la ausencia,
la fatalidad del engaño.
Nunca
tuvimos consuelo.
Somos
aquello que no pudo vivir, que nunca pudo amar,
que se derrumbó por dentro y nadie lo pudo sostener.
Somos
frágiles: nuestros sueños se perdieron
como se pierden las grandes pasiones, calladamente.
Ahora
ya sabemos que el amor es un sentimiento
peligroso.
Sin
embargo, te cojo la mano fría, te susurro al oído
las palabras que él no te dijo, los pequeños secretos,
las pasiones más íntimas.
Te acaricio la cara antes de que te vayas para siempre,
dejo en el agua el rastro de ceniza de mis dedos para que
puedas volver.
De:
“La fragilidad”
No hay comentarios:
Publicar un comentario