Génesis
Para sobrevivir nos arriesgamos a la memoria, nos entregamos al vacío.
Ya conocimos el ave de rapiña del viento y la serpiente del agua. El silencio
jamás volverá a separarnos.
Regresamos al sílex, escuchamos la oración del fuego.
Emprendemos el numinoso sobresalto. Vivimos la voracidad de los hallazgos y el
juego espectral del deseo.
El único fruto del árbol al que no podemos renunciar es a su sombra. Sufrimos
la persecución de la primavera –y fue allí donde la palabra se hizo verde.
Lo que más dura es el instante, lo que más oculta es la luz.
Cuando
se interrumpe el tiempo alguien decide nacer.
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