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Verano
Vivo
en un baldío páramo del mundo. Camino de mi hacia el centro, del mundo hacia la
estrella, de la noche hacia el abismo. Quiero de las soledades, amparos, de la
vida, pájaros cantarines. Heme en la tierra del desierto, caminando hacia su
centro. Elijo, de la grieta, la herida, de su apertura, el cielo. Alas volando
hacia todas partes, sean los manzanos, mi casa. Creo en los árboles y las
montañas, en los bosques y ríos, en las extensiones áridas y en toda la
geografía por la que viajan nuestros lamentos y nuestras dichas. Creo en la
tierra, creadora de los animales y de los hombres. Creo en el sol con el que
nos calentamos y gracias al que contemplamos la belleza extrema de la tierra
por la que flores y espinos pueden vivir. Creo en la noche por la que el día se
hace bello. Creo en la lluvia que nos moja y hace crecer la semilla que nos
dará de comer. Alabada sea la tierra por la que vivimos y respiramos cada día.
Amado, ¿Qué soledad es ésta que invita al recogimiento? ¿A qué soledad me
traes? ¿Adónde se alojarán las noches? ¿Adónde irán los miedos? ¿Qué soledad
será ésta si no es llamada nieve? Amado, la lluvia es temblorosa como una luna
sobre el mar. No ha visto las estrellas. No ha visto los peces. La lluvia tiene
un manto, todo lo cubre. No ha visto el cielo. Ciega, la lluvia cae. La lluvia
es
De: “Bosque”
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