viernes, 23 de mayo de 2014

RUBÉN DARÍO


 

 

Voy a confiarte, amada

 

 

Voy a confiarte, amada,
Uno de los secretos
Que más me martirizan. Es el caso
Que a las veces mi ceño
Tiene en un punto mismo
De cólera y esplín los fruncimientos.
O callo como un mudo,
O charlo como un necio,
Suplicando el discurso
De burlas, carcajadas y dicterios.
¿Que me miran? Agravio.
¿Me han hablado? Zahiero.
Medio loco de atar, medio sonámbulo,
Con mi poco de cuerdo.
¡Cómo bailan en ronda y remolino,
Por las cuatro paredes del cerebro
Repicando a compás sus consonantes,
Mil endiablados versos
Que imitan, en sus cláusulas y ritmos,
Las músicas macabras de los muertos!
¡Y cómo se atropellan,
Para saltar a un tiempo,
Las estrofas sombrías,
De vocablos sangrientos,
Que me suele enseñar la musa pálida,
La triste musa de los días negros!
Yo soy así. ¡Qué se hace! ¡Boberías
De soñador neurótico y enfermo!
¿Quieres saber acaso
La causa del misterio?
Una estatua de carne
Me envenenó la vida con sus besos.
Y tenía tus labios, lindos, rojos
Y tenía tus ojos, grandes, bellos...

 

 

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