Abandono
He
medido en tus ojos, mudamente
todo
el mal de mi horrible
desamparo
de amor. No me has querido
nunca,
y no me querrás. Ya no me vale
buscarte
en otros ojos de mujer.
Yo
te he perdido para siempre cuando
he
sentido vibrar sobre tus labios
el
asco de tu espíritu al besarme
No
me has querido tú, que me comprendes
no
me has querido tú, que eres tan buena,
no
me vale buscarte en las demás…
Seguiremos
tú y yo, pues que lo quieres,
por
esa senda que te mostré un día
blanca
de luna y de serenidad.
Yo,
más triste que nunca con mi muerte
y
midiendo en tus ojos
todo
el mal de mi horrible desamparo…
Tú
estarás pensativa,
y
yo adivinaré tus pensamientos
por
el alcance que me dan los míos:
«No
lo he querido. Yo que lo comprendo,
no
lo he querido a él, a quién debiera
haber
querido siempre…
no
le he querido a él… ya no me vale
buscarle
en los demás…»
Seguiremos,
meditativamente:
tú,
pensando en las cosas de la vida,
yo,
pensando en tu vida y en mi muerte.
Seguiremos,
meditativamente
por
los campos desiertos…
(No
habrá luna en el cielo… más la senda
estará
siempre blanca. ¿No son blancas
las
lágrimas del alma…?)
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