Fútil beneplácito
Por
sobre el ganado aturdido de los hombres
¡Princesa,
cómo envidio la suerte de esa Hebe
que
de la taza sube hasta tus labios grana!
Mas
quien no es ni aún abate, ni a desear se atreve
ver
su desnudo en rosa sobre tu porcelana.
Yo
no soy el cojín que dibuja tu codo
ni
el carmín de tus labios, ni tu borla empolvada,
ni
tu lindo abanico… Mas si a pesar de todo
me
has mirado tú, rubia por orfebres peinada,
nómbrame…
porque son tus sonrisas frambuesa
un
travieso rebaño de corderos, Princesa,
que
parecen corazones, rumian almas sumisas.
Nómbrame…
y que Cupido alado de un extraño
abanico
me pinte cuidando tu rebaño…
Princesa,
nómbrame pastor de tus sonrisas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario