Cintura
El
arco en desazón de tu cintura
cimbreó
su tallo en fresco movimiento,
como
si todo el soplo de tu aliento
no
cupiese en la red de su envoltura.
La
quemazón del lecho y su blancura,
sintió
agitarse ese temblor violento
de
tu cuerpo sembrado por el viento
con
que ensayé sellar mi quemadura.
¡Oh,
firmamento abrasador, sencilla—
mente
ofrecer y asir soles profundos
al
frutecer la sangre en el relente!
¡Y
dar y recibir dones fecundos,
como
un surco acogiendo la semilla
feraz
y fértil en su mes ferviente!
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