Andando el tiempo
se verán las caras...
Andando el tiempo se verán las caras, esos que gritan
por las esquinas viva la revolución. Degeneramos, compañeros. Preguntad al mozo
de telégrafos si le gusta la historia de Rossy Brown.
Rossy partió bajo la luna, una noche de fiesta en casa
de Míster Brown. Un caballero la envolvió en su capa y a sus sueños la llevó.
Regresó luego, triste y perdida, y a los pies de la
mamá sollozó: Yo no sabía qué me decía aquella noche, verbena de San Juan,
cuando dije estoy cansada y tengo sueño, mañana ya os veré. Tengo una herida y
un hijo muerto. Sólo su capa Jim me dejó. Era mi dueño, y aunque lo digan, Jim
nunca fue salteador.
Lo saben Rossy y la cocinera que en el ajo estuvo en la
ocasión: Jim vuelve siempre. De madrugada su canción canta a las muchachas de
negros ojos y dulce voz:
Un amor tiene cualquiera
pero Dulce Jim, no.
pero Dulce Jim, no.
Y es que el mozo de telégrafos está enamorado, y no
sabe qué hacer para que la hija de la portera entienda que no es muchacho del
montón.
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