lunes, 19 de octubre de 2020

ANA TORRES LICON

 

 

 

Edades

 

 


Cuando éramos niños,

corríamos cargando

ilusorios proyectos.

Florecíamos ante el expectante futuro,

en el juvenil transcurrir

de nuestras mocedades.

A pesar de los años

que nos persiguen con sigilo,

y la levedad de los días

que pasan sin sentirlo,

aún somos jóvenes.

La mortaja parece lejana,

la miramos con el rabillo del ojo,

asistimos a los funerales,

vemos la marcha de los que nos preceden.

El bullicio no deja darnos cuenta

que la vía láctea ciñe nuestra frente,

 

que el constante andar de las masas,

nos conduce por las veredas,

y olvidamos las dudas sobre el futuro

solo hasta que cae la noche.

Entonces en la soledad de mis pensamientos,

Me doy cuenta que yo soy un niño que brama de hambre;

el anciano que arrastra sus pies por las calles.

 

 

 

 

 

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